No quiere comer
Una pelea bastante común entre padres e hijos es la alimentación. Suele ser frecuente que en un período determinante de la vida de un niño aparezca una situación en la que el pequeño sienta inapetencia y sus padres sientan impotencia y deseo de que el hijo se alimente mejor.
Cuando un niño es pequeño, hablamos de su primera infancia, no comen todos los platos como pueden comerlos un adulto, se limita bastante la alimentación y la frecuencia con la que se dan los platos. Los progenitores se sienten frustrados porque a veces las ideas para elaborar unos platos adaptados a unos niños y que además les resulten atractivos es una tarea compleja.
¿Por qué no quieren comer?
En estas etapas influyen muchos factores y una de las situaciones más repetidas es la negación del niño o la niña a tomar alimentos muchas veces por capricho, o por tener preferencia por otro tipo de alimentos. La realidad es que se establece una especie de batalla entre progenitores e hijos en las que muchas veces salen escamondados los padres.
Los niños saben reclamar la atención de sus padres de muchas maneras y en cierta manera se aprovechan de la debilidad que éstos presentan en algunas ocasiones, sobre todo por cansancio.
¿Cuáles son las recomendaciones entonces? Los médicos aconsejan que si el niño está sano, no tiene déficit de peso y todo es normal, no ceder ante los chantajes del pequeño. Por otro lado hay días en los que sencillamente el apetito del niño es menor, esto nos pasa a todos, aunque nos cueste verlo a los padres insistiendo siempre en que sigan una dieta equilibrada en la que la fruta (gran asignatura pendiente para algunos), no puede faltar.
La edad influye en las preferencias alimentarias
Si por el contrario el niño no es que reclame otro tipo de alimento sino que directamente no quiere comer. En este caso, habrá que confirmar que el niño no tiene ninguna patología que le esté causando esta inapetencia. Si todo es correcto en la salud del niño, entonces la recomendación es no forzarle a comer, aunque si se salta una comida no se le puede premiar en la siguiente.
Es decir, si tu hijo a la hora de almorzar ve que el menú está compuesto por un plato de verduras, algo de carne y un postre lácteo, igual puede rechazarlo porque prefiere esperar a que a la hora de la merienda le traiga sus ansiadas galletas.
Lo ideal será esperar a que el niño te pida alimento para ofrecerle lo que en la anterior comida no quiso comerse. De esta forma entenderá que no conseguirá comer sólo lo que desee, sino que tendrá que seguir un régimen adaptado a sus necesidades (tardará en entenderlo, te lo puedo confirmar).
Los gustos por ciertos alimentos van variando con la edad, en este sentido un niño de 3 años que siente rechazo hacia el pescado puede empezar a gustarle a los 5.
Lo importante es que tú como padre o como madre le sepas dirigir en lo que es mejor para él o para ella.