Todos tenemos recuerdos de nuestra infancia, por lo general suelen ser recuerdos buenos, recuerdos en los que nos reímos, recuerdos con nuestros padres más jóvenes, con nuestros hermanos siendo más niños, recuerdos de las vacaciones en la playa, o jugando en la orilla de un río, recuerdos de las Navidades, en las que los reyes Magos te traían juguetes de madera para niños.
Esos recuerdos son los buenos, los que hacen que quieras darles a tus hijos unos similares, unos recuerdos de los que nos e olvidan y porque no, también uno de los juguetes que tanto te gustaban, para que cuando haga un ejercicio de reflexión como el que has hecho tu, tenga algo en lo que apoyarse, y ese juguete es ideal para este cometido.
El juguete ni siquiera te gustaba al principio, todos los demás andaban con pequeños coches teledirigidos y los primeros videojuegos y tú andabas con un arco y una flecha, de madera. Todos querían jugar con tu arco y solo querías jugar con sus video juegos, ahora seguro que tu eres el único que conserva esa reliquia, ese juguete que os turnabais para usar, ese arco que ya esta descolorido y un poco descascarillado pero al que todavía le quedan varias horas de juego.
Esa es la verdadera magia de los juguetes de madera, perdurar en el tiempo, seguramente tus hijos podrán jugar con ese juguete que acabo siendo tu preferido, aun teniendo la maquinita que tanto deseabas, seguía siendo tu preferido, tu arco y tu flecha.
Los años han pasado, las tecnologías nos van ganando la batalla, ahora somos unos carrozas con recuerdos, pero afortunadamente todavía hay personas que tienen recuerdos similares, y esos recuerdos han hecho realidad la idea de poder comprar juguetes de madera hoy en día.
Afortunadamente para todos hay personas que piensan como tú, que son más afines a la idea de juguetes de madera para niños, que desarrolle la creatividad de los niños, que los obligue a tirar de imaginación para poder pasárselo bien, que los haga salir a la calle a jugar, como hacíamos los que hoy somos padres.
Ya tendrán tiempo de estar sentados delante de un monitor cuando crezcan y el trabajo les haga pasar horas delante de un ordenador, ahora es cuando tienen que salir a la calle, caerse, llevar las rodillas llenas de heridas, compartir con los amigos, merendar pan con chocolate y estar deseando acabar los deberes para poder salir a jugar y no sentarse delante de la tele, esa es una buena infancia, la infancia que genera buenos recuerdos, la infancia que luego da gusto recordar