La dermatitis atópica: un problema para nuestros chicos más común de lo que parece

Cuando me dijeron que la niña tenía atopía (dermatitis atópica era el término exacto que dijo el pediatra) me quedé con cara de póker. No tenía la menor idea de qué era aquello, y nos parecía un problema sobresaliente, algo serio.
Luego lo fuimos tratando, han pasado algunos años, y la cosa ni ha sido tan grave, ni es, de hecho, tan rara como pensaba.
Si estás leyendo esto, seguramente conoces algún caso, posiblemente en tu propia familia, y tienes dudas sobre este problema, su diagnóstico y su solución, así que vamos a recapitular un poco.
Una afección común en chicos y chicas del mundo entero
La dermatitis atópica es la segunda afección de la piel por orden de frecuencia de aparición, al menos en Occidente. Afecta a entre un 10 y un 20% de la población en países como España. Y se desarrolla, la mayor parte de las veces, en los niños menores de cinco años.
A partir de esa edad, las probabilidades de que aparezca decrecen, y en adultos son prácticamente inexistentes.
Pero, ¿qué es exactamente? ¿Cómo funciona y qué la provoca?
A grandes rasgos, consiste en una inflamación de la piel, un enrojecimiento que provoca mucho picor (lo que los pediatras llaman el “prurito”) y que puede formas incluso una especie de escamas en las zonas más resecas, o mas afectadas por la enfermedad. Estas zonas de la piel, más vulnerables, suelen ser las que tienen mayor cantidad de glándulas sebáceas (caso de la cara, o la parte superior del cuerpo en general), y también es común encontrarla en el anverso de las articulaciones, la parte trasera de las rodillas, etc.
El problema es grave en la medida en que es muy molesto. La picazón puede llegar a ser muy intensa, y que se de en niños tan pequeños implica muchísimas dificultades para explicar y hacer entender que no hay que rascarse.
La aparición de esta enfermedad es un tanto impredecible, puesto que se juntan diversos factores que pueden desencadenarla: desde una predisposición genética a causas ambientales, o externas, que pueden ir desde la ropa al detergente, los alimentos, o hasta el humo del tabaco.
¿Cómo lidiar con la dermatitis atópica?
Lo primero que hay que tener claro es que el diagnóstico de esta enfermedad es de carácter clínico. No vale mirar fotos en internet, ni leer artículos en la Wikipedia: hay que ir al dermatólogo o al pediatra, y sin demora. Él te explicará exactamente lo que hay, y las medidas que mejor convienen para cada caso. También te facilitará algunas cremas muy concretas que ayudarán con la hidratación de la piel y a calmar la comezón.
Sin embargo, sí hay una serie de actitudes generales que vale la pena tomar en casa.
En primer lugar, asegúrate de que el niño tenga las uñas bien cortas, e incluso limadas. Ya que posiblemente se va a rascar aunque tú no quieras, que se haga el menor destrozo posible, ya que es fácil provocar el sangrado de la piel en estas condiciones.
En segundo lugar, no te equivoques pasándote con la limpieza. Es un problema de hidratación de la piel, no tanto de limpieza. No es necesaria una ducha diaria, ni tampoco un frotado con jabón en cada ducha, y de hecho, conviene relajar el uso del jabón o eliminarlo en algunas sesiones.
Y en tercer lugar, más que una ducha, mejor que tires de baños. Sustituye el jabón por un aceite de baño (la avena suele dar buenos resultados), no prolongues demasiado la inmersión, y utiliza las cremas hidratantes en el mismo instante de salir de la bañera, para retener la humedad de la piel.
Con estos consejos, mucha paciencia, un mimo extremo de la piel de tu chico y la supervisión de un especialista, iréis sorteando este problema que casi siempre acaba desapareciendo con los años.